martes, 29 de septiembre de 2009

Derribado , pero No destruido


En la vida cristiana hay muchos obstáculos que saltar y sin duda es una lucha diaria que experimentaremos. Lastimosamente he podido ser testigo de cómo muchos han sido derribados por artimañas usadas por el enemigo, para destruir su vida.

Es difícil reconocerlo pero la Iglesia juega un papel importante al momento de que una persona es derribada. La verdad es que si examinamos cual tendría que ser la función de la Iglesia cuando se dan estos casos, concluiríamos que seria “RESTAURAR”.

Pero alguna vez te has preguntado porque muchos que un día estuvieron en los caminos del Señor se excusan diciendo que cuando ellos fallaron no hubo nadie que les extendiera una mano para salir adelante, sino que al contrario en lugar de ayudarlos los terminaron de hundir con comentarios que les dieron muerte espiritual.

Es por eso que yo quiero exponerte este tema, para que si tu eres uno de esos que en lugar de restaurar terminas de derribar, medites sobre tu accionar como cristiano que dices ser.

El apóstol Pablo en la segunda carta a los Corintios nos hace ver que en la vida hay momentos en los cuales nos sentimos derribados: “que estamos atribulados en todo, pero no angustiados; en apuros, pero no desesperados; perseguidos, pero no desamparados; derribados, pero no destruidos”. Estos momentos se dan mas que todo cuando descuidamos nuestra vida devocional delante de Dios, en pocas palabras cuando dejamos de tener comunión con El.

Hay muchas personas que creen que jamás se sentirán derribadas y gloria a Dios si así fuese, pero tenemos que ser humildes y reconocer que todos estamos propensos a sentirnos derribados en cualquier momento de nuestra vida, es por eso que no podemos constituirnos jueces de aquellos que se sienten derribados, es decir que no podemos darnos a la tarea de criticar a aquel que ha descuidado su relación personal con Dios y le ha dado lugar al pecado.

Hago una aclaración, Dios ama al pecador, pero aborrece su pecado, es decir que Dios te ama y por eso quiere restaurarte, pero no ama el pecado que estas cometiendo con regularidad. En ningún caso el pecado es justificable, pero es necesario que entendamos que Dios nos ha llamado a ser restauradores y no destruidores. Acercate a Dios, amado amigo lleva a la iglesia a ese hermano que esta caido, no lo dejes sufrir, restauralo.

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