martes, 20 de octubre de 2009

LA VIDA SOCIAL DEL CREYENTE


No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres” (Romanos 12:17-18)

Todo creyente debería: “Estar en paz con todo el mundo, en cuanto dependa de vosotros”, dice Pablo. Y debe ser una regla saber relacionarse con toda persona, siendo amable y firme.

Es cierto que debemos cuidarnos de falsos hermanos y amigos, pero no todos son iguales. Debemos fomentar el tener sanas amistades, para crecer juntos en el Señor, para amarnos mutuamente y sobrellevar las crisis de la vida. Un buen amigo es clave para rendir cuentas.

En nuestra vida privada y pública. No somos perfectos, es cierto, pero esto no justifica, que nos aislemos del mundo. “Estamos en el mundo” aunque no somos del mundo, por lo tanto, tenga amistades.

Por otro lado, tenemos que seleccionar sanas amistades, que nutran las buenas relaciones de familia y edifiquen nuestra fe y comunión con Dios. Comience en casa, dedique tiempo y calidad de vida a su familia, a sus amigos, su trabajo y gente que relaciona.

Hay una reflexión anónima, que debería ser nuestra oración y vida: Debo ser fuerte sin ser rudo. Ser amable sin ser débil. Aprender con orgullo sin arrogancia. Aprender a ser gentil sin ser suave. Ser humilde sin ser tímido. Ser valioso sin ser agresivo. Ser agradecido sin ser servil. Meditar sin ser flojo. Por eso señor te pido. Dame grandeza para entender. Capacidad para retener. Método y Facultad para aprender. Sutileza para interpretar. Gracia y abundancia para hablar. Dame acierto al empezar. Dirección al progresar. Y perfección al acabar.

Amigo(a) es vital el tiempo a solas y también en compañía (Iglesia) para adorar a Dios, para servirse y amarse mutuamente. ¡Saludos!

No hay comentarios:

Publicar un comentario